Esos dos que se aman necesitan un tiempo para dedicarse a ello. La búsqueda de esos espacios, de esas oportunidades para encontrarnos como los amantes que somos resulta a veces compleja cuando hay otras muchas exigencias y urgencias como sucede en la crianza. Y es que se trata de rescatar a esos dos que se aman, se buscan y se encuentran para eso. Si la crianza puede desplazar esos momentos propicios para el amor y la relación; hombres y mujeres tienen capacidades para devolver esa centralidad a la pareja que son y desean ser.
No sobrevalorar la espontaneidad
¿Cuántas cosas desde que somos madres y padres se dejan abiertas a que la espontaneidad del momento, el azar, o el deseo genuino nos lleven a realizarlas? Asistir a un curso, ir a correr o a nadar, darnos un masaje, cortarnos el pelo, tomarnos unas cañas o unos vinos con nuestra pareja o unos amigos, ver una película….casi todo precisa de cierta infraestructura. Por no decir de esos otros planes que solo se materializan si se planifican, nos anticipamos y reservamos un tiempo para ello, como comer o cenar en algunos restaurantes ciertos días. Sin embargo, los encuentros eróticos, los tiempos para amarnos suelen regirse bajo otros criterios, y pareciera que programarlos los volviera grises. Es posible que aquello que los tiñe de tristeza y cierta apatía sea saber de lo que trata el asunto y este no motive demasiado. Es decir, volviendo al ejemplo del restaurante, sería como si antes de ir ya supiéramos lo que vamos a tener que comer. Recalcamos ese “tener” que no cuenta con otras posibilidades, deseos o apetencias, más allá de lo que toca.
En otro escenario… contar con otros decorados
Puede que sea interesante ajustar expectativas ante los encuentros eróticos, sean estos los que sean, insistimos. Y es que quizá sea más breve de lo imaginado, puede que se alargue demasiado por ser interrumpido o entrecortado por paseos que llevan agua, calman miedos, rescatan chupetes, dan de mamar. Contar con que quizá algo no vaya como deseamos, que se tuerza un poco, o que entren en escena otros elementos inesperados ante los que improvisar.
Se cierran unas vías pero se abren otras.
Poner el contador a cero, lo de ahora es lo de ahora y dejar de enfocar todo el tiempo lo que ya no está. Seguro que hay cosas que se nos dan mejor, que las disfrutamos mejor. Es posible que redescubramos nuestra ciudad, nuevos bares que buscamos porque tenemos otras necesidades, espacios al aire libre que habían pasado por alto, una manera de ser hombre o mujer que se pone en juego gracias al padre o madre que se es , que además gusta y erotiza. Quizá las exigencias hacia nosotros, la pareja y las condiciones del entorno aflojen un poco, y así hay cosas que pueden empezar a ser prescindibles. Puede por ejemplo que de cara a un encuentro erótico los “noes” sean menos “noes”; antes tenía que estar depilada, sentirme descansado, estar recién duchado… y ahora puede que no en la misma medida ya que es posible que sea más complicado mantener algunos de esos requisitos.
Nuevas sensaciones y otras primeras veces.
Puede que encontremos nuevas sensaciones, quizá algunas molestias y es que hay muchas primeras veces y estas son una de tantas. Es posible que descubramos dificultades a la hora de integrar los cambios que el embarazo y el parto han dejado en el cuerpo. Esas nuevas presencias como pueden ser algunos kilos de más, o en lugares no habituales, hemorroides, pechos de mayor tamaño, con nuevas sensibilidades y posibilidades como es amamantar, cicatrices, puntos….Y también algunas ausencias (más o menos temporales) como cambios en la lubricidad y musculatura de la vagina, unos genitales y un cuerpo que cuesta reconocer…Con todo, en ocasiones aparezcan ciertas incomodidades con algunos gestos eróticos como la penetración en vagina o en ano, las caricias en pechos, en nalgas…. Otras veces, no se trata de un dolor que está sino del miedo a que aparezca, de sensaciones de extrañeza ante una nueva realidad y el modo de manejarse en ella. Quizá no se trate de pretender volver a lo de antes, sino de plantear esta erótica como otra diferente, entre dos a los que les han pasado y les pasan cosas nuevas, ya no son los de antes, y desde ahí crear, explorar, y recorrer juntos ese nuevo camino incorporando lo nuevo y asumiendo algunos tropiezos.
Hacer cuentas no renta
Y es que a veces puede que nos despistemos y pasemos del “nosotros” como equipo, al y yo más, haciendo cuentas de cuántas veces se levantó cada uno por la noche, quien cambia más pañales, quien hace qué, las maneras y modos de hacer más adecuados, quien está más cansado, quien decide qué….como en un juego de fuerzas y competencias. Puede que sea interesante recordar que el proyecto de hijos surgió en pareja, desde el deseo de crear juntos, y como materialización de un algo compartible entre ambos. Fue eso, entre otras cosas, lo que le dio un sentido propio y será no perdiendo de vista ese “juntos” una de las claves para que lo siga teniendo.
La pista de la pareja
No perder la pista de la pareja, esa que nos encamina a ver al otro, a verse junto al otro. La crianza está llena de pequeñas distracciones que pueden desorientarnos de la pareja, manejándonos bajo otras claves, como la de la parentalidad y dejando así en stand by la relación, a la espera de que el temporal amaine. Esperando a que crezca, que duerma en su cuarto, que no se despierte, que empiece en el colegio, que sea más autónomo, que vaya a la universidad, que se independice…. La realidad suele ser que detrás de cada pequeña tormenta suele venir otra, y esperar a que mejore la situación puede posponernos demasiado. Una de las dificultades de la crianza es precisamente que hay ocasiones en las que resulta complicado ampliar la mirada y ver más allá de un bebe que llora, que no duerme, de nuestro cansancio, del placer de relacionarnos con esa personita, del gusto de mirarle, besarle…. Por eso quizá requiere estar atentos, enfocar, encuadrar de nuevo cada escena y meter al otro en plano si es que dejó de estar. Y desde ahí reconocernos en los cuidados de cada uno, los cansancios de cada uno, las necesidades de cada uno, y también los deseos de cada uno.
Desde Sexorum ayudamos a las parejas con hijos e hijas a seguir disfrutando juntos cuando aparecen dificultades en su sexualidad y convivencia. Porque sabemos que a veces no es sencillo, pero estamos convencidas de que merece la pena ponerse a ello. ¿Os animáis?
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